EL BARRIO SE VIENE ABAJO

La gente barrial duda. Mira con desconfianza pero se abrazan a los postes de luz que parecen cables pelados y sembrados en el río. El hombre de una sola cara está en la vereda analizando un concepto extraño. Viste ropa breve blanca de viejo en resurrección, entre los pies descansa una pava como un perro echado mientras el mate lustrado le termina la mano de un modo mejor. Los años en la fábrica trajeron la artrosis en los dedos pero una agudeza al pensar que le hubiera servido treinta años antes. Las voces de la radio que escucha son una escarapela rancia impregnada de este lado de los párpados. La gente barrial duda. Mira con desconfianza pero saludan con gesto de buenos tipos, buenos tipos que apoyan la punta del cigarrillo prendido en el grito cuando alguien no entiende. La tardecita inocente los acorrala y les empareja las suertes a machetazos. El barrio se viene abajo con gente así, murmura el Doctor Paredes, ni me lo diga responde Doña Querencia entre dientes, disimulando la indignación con carisma de lechuga fresca.