A alguien le gusta un violín.
Lo escucha, lo disfruta y lo quiere.
Un día compra un violín.
Se viste de violinista.
A todos lados lleva el violín.
Sin embargo nunca puede tocarlo.
Lo tiene lustrado, afinado, flamante, y al alcance de la mano, pero no puede tocarlo.
Se desespera, busca la oportunidad entre la gente, en la soledad de su casa, en un parque de noche.
Siente que es inútil tener un violín si no puede tocarlo.
14 comentarios:
Me hace acordar a la historia del grupo de cumbia Los Manos Larga, quienes después de un terrible accidente en el que sufrieron amputaciones ya no pudieron tocar la guitarra y pasaron a llamarse Los Mankitos.
También en El Pianista el protagonizasta estaba solo entre las ruinas de una ciudad con un piano intacto que no podía tocar porque lo descubrían los nazis.
Ah, pero si el tipo realmente tenía amor por la música, hubiera tocado el piano igual...
Los mankitos, pobres, aunque les dejaran cinco mil guitarras y todo el mundo los aplaudiera (incluso los nazis), ya no podían hacer nada. Tampoco podían aplaudir.
Aclaremos que Los mankitos se transformó en el primer grupo de cumbia coral. El baterista trató de aprender a tocar la batería con otras extremidades, pero no tuvo éxito. Así que se dedicó a vocalizar. Su carrera fue un fracaso y estoy seguro de que ya nadie se acuerda de ellos.
Los chikato's, inolvidable grupo. Tenían grandes problemas para cantar porque muchas veces cantaban a espaldas del público, ya que no veían dónde estaban los espectadores. ´
Recuerdo también a "Komo una tappia", el grupo conformado por cinco sorditos que se dedicaba a hacer involuntarias boludeces en el escenario y miraban con desdén y divertimento los instrumentos que tenían delante. El público se mataba de risa. "Komo una tappia" jamás grabó un disco y sus integrantes jamás supieron que eran un grupo musical y que tenían ese nombre.
Señor Giménez Arnau, hay un anacronismo en su relato: antes de sufrir su accidente, los Mankitos eran Los Manos Larga. Su padre debe haber comprado, entonces, un cd de este inolvidable grupo que, antes de la espantosa mutilación, se dedicaba a tocar con gran maestría y amabilidad las partes pudendas de las niñas y de algún que otro joven.
A un señor le gusta la verga.
Ojea los bultos que pasan, se pone nervioso, y quiere comerse por lo menos uno.
Un día chatea con un chongo.
Se compra ropa íntima femenina.
Todos los días recibe fotos del chongo musculoso.
Sin embargo nunca se anima a verlo en persona.
Lo tiene presente, lo tiene caliente y al alcance de la mano, pero no puede tocarlo.
Se desespera, hace citas con el chongo en lugares públicos, en la soledad de su casa, en un parque de noche... pero no va.
Siente que es inútil tener bulto si no puede tocarlo.
A un borracho le gusta el gancia.
Lo huele, lo revuelve y su sed lo necesita.
Una noche se compra una botella de gancia.
A todas partes lleva esa botella.
Sin embargo jamás la abre.
La lleva cerrada, limpia, batida, envasada en origen, pero no la abre.
De a poco deja de tomar otras bebidas, recupera la verticalidad, pero cada vez está peor.
Siente que es inútil tener una botella de gancia si no la puede abrir.
Alguien quiere ser violín.
Acecha muchachas en las chacras, se pajea.
Un día compra un pasamontañas y un perramus, se viste de violin.
A todos lados lleva cuerdas y mordazas.
Sin embargo, nunca viola a nadie.
Hay chicas solas de noche, empleadas domésticas que cruzan las vías y los baldíos, pero no puede acercárceles.
Se desespera, busca la oportunidad entre la gente, en un parque de noche.
Se siente un violín sin orquesta.
Una gatita quiere pedir un deseo.
Visita fuentes, velitas de cumpleaños y lámparas con genios adentro.
Un día se le ocurre un deseo pero no lo pide.
Cierra los ojos, pero no lo pide.
Poco a poco todo lo que tiene son cosas que no desea.
Siente que todo es inútil, vuelve de noche y roba las monedas de la fuente.
maldito violinista, que cuando lo toca saca a relucir a todos los juan carlos blumberg que caga buenos aires,
Parece también que en los conservatorios hay gérmenes de violinistas locos por culpa de esa desición que ha igualado la importancia de todos los instrumentos musicales. No me va a comparar usted a un bombo bien leguero con un violín torcido, dicen los que dicen tener oído absoluto.
tocar el violín está mal, pero peor es tocar el celo como hace un amigo mío
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