martes, 5 de septiembre de 2006

based on a true story


Hace poco me hicieron ver una película de tiburones en la que no pasaba nada. Básicamente, a una pareja que se queda por error en medio del mar se la comen los tiburones. Aquellos que la vieron recordarán el título; para los que no, ni vale la pena mencionarlo. Se trata de una película de bajo presupuesto, con una sola cámara, que recientemente ha tenido mucho éxito de taquilla.
La película, en su aspecto argumentativo, no tenía momentos destacables. Pero, para dar fuerza a esta debilidad argumentativa, tanto quienes me la recomendaron como la misma imagen de la tapa del DVD decía: “basado en un hecho real”.

A veces me da por contar historias y mucha gente insiste en preguntarme: “¿Eso pasó de veras?”. Y no me tomo el trabajo de contestar lo que debería:

Cualquier narrativa debe sustentarse por sí misma.

Ese es el principio que asumo ante las novelas, los cuentos, los guiones de película, las cronologías históricas y los catálogos de oferta de los supermercados.
Un mal guión no se salva porque alguien le añada que “está basado en un hecho real”, porque toda historia (sea con pretensiones de reproducir la realidad, o con pretensiones de ficción) es una construcción a partir del punto de vista de alguien. Incluso, lo que sea un “hecho real” es algo discutible y en continuo proceso de resignificaciones e interpretaciones. Cuando la narrativa es muy, muy mala e inverosímil no se puede apelar a que fue la realidad la que proveyó tal narrativa, porque la realidad no provee de nada a menos que hagamos una interpretación de ella. No existe un hecho desnudo y objetivo, ni un lenguaje neutro que sirva para comunicar tales hechos. Aun el lenguaje científico está impregnado de subjetividad. Los hechos reales nos son por completo inaccesibles.

Por otra parte, ¿Cuál es esta obsesión con la realidad? ¿Dónde está la motivación de quien va a entretenerse al cine preocupado por si lo que ve es mentira o verdad? “No me gustó Patch Adams, pero después cambié de opinión porque es una historia verdadera”, escuché decir a un espectador de cine con criterio vacilante (Espero no verme en la obligación de aclarar si este comentario es real o ficticio). ¿Qué fue lo que entendió este espectador para considerar aceptable algo que había descartado por ser un bodrio? Nada menos que la ficción de la realidad. Hay algo que tranquiliza a los espectadores y que le hace el trabajo más fácil a los cineastas y cronistas de noticieros: la realidad está ahí, accesible, de una vez por todas y la hemos captado con nuestras cámaras.
La ficción es esta: hay una conexión entre el lenguaje (verbal o en imágenes) y el mundo real. La otra ficción, más peligrosa es: la realidad tiene límites claros, precisos, y esos límites pueden conocerse si de antemano nos dicen de qué lado del límite están las historias que nos cuentan.

(Este post debe considerarse como una parcela de la discusión que abrió Mauro Fernández en su último post: “los periodistas son peor que la policía”. Casi todo lo que yo diga de aquí en adelante será, de manera inevitable, un subconjunto de los problemas que con tanta agudeza vio Mauro)

7 comentarios:

Anónimo dijo...

primero

Mauro A Fernandez dijo...

"la realidad tal cuál es, para que usted saque sus propias conclusiones".
ese fue durante mucho tiempo el eslogan de pagina/12.

Mauro A Fernandez dijo...

el eslogan de la versiòn digital de perfil es: "periodismo puro en tiempo real". muy gracioso, no?

Bandana dijo...

Lo curioso es que muchas de esas personas que no verían una de Disney porque no habla de historias reales, son capaces de tragarse cualquier bodrio relacionado con fantasmas, encarnaciones de Dios en cuerpo de hombre, extraterrestres y tiempos compartidos. Por un lado, le exigen al cine que diga la verdad. Por el otro lado, se comportan con sus propias creencias (religiosas o de cualquier otro tipo)como si cualquier certeza estúpida y acrítica que pasara por su mente deba ser necesariamente verdadera.
Esta gente es la que va a ver "El Código Da Vinci" porque sospecha que todo lo que se dice ahí puede ser "verdad".

Bandana dijo...

Yo tampoco vería una de Disney, pero por otros motivos.

Bandana dijo...

"Periodismo puro en tiempo real" tiene aire de metáfora. Lo de "Tiempo real" no debe asumirse como "el tiempo de la realidad". Los juegos de estrategia en tiempo real suceden en otro tiempo, paralelo al nuestro; lo de "tiempo real" habría que entenderlo quizás del siguiente modo: "yo publico mientras tú lees". Y "periodismo puro" no habla acerca de la realidad. No me parece un eslógan que prometa más de lo que es posible dar.

El de página 12 sí, es una risa.

Martino dijo...

La discusión que abrió Mauro, así como esta parcela de su continuación me parecieron excepcionalmente agudas y brillantes (lo de Mauro me dejó sorprendidísimo). Excepcionalmente no por el blog, que no conocía, sino por los medios en general. Particularmente digno de elogio que no se subestime a los lectores en ningún punto. Muy estimulante. Recontento me ponen.