viernes, 17 de febrero de 2006

Dos Grandiosas Burguesas

Laura Oliva parece una chica progre y hasta un teratosexual como Polino la calificó de “angelito” porque se mueve por el mundillo de la farándula sin ganarse enemigos. Fanny Mandelbaum es una periodista de gran prestigio en canal 13 y radio Mitre y tiene el porte de una gran periodista cuando se trata de defender a los más necesitados: suele estar bien informada y su opinión asume timbres de populista indignación cuando alguien no quiere donar órganos o cuando los docentes hacen huelga más allá de lo que ella cree conveniente (¡Alguien debería pensar en los niños!). Estas dos Grandiosas gozan de una increíble opinión pública. Es fácil ser humorista o asumir un rol de luchadora social cuando se posee una imagen, información y lenguaje convenientes. El problema viene cuando hay que opinar sobre temas que revelan el singular corte de clase de cada uno. Podemos ser ambientalistas, pero ojo… Que no venga a nuestro programa algún grinpís a decirnos que nuestro auto contamina. Podemos defender el trabajo en blanco… pero que los albañiles que me hicieron el quincho no pretendan cobrarme un porcentaje para obra social y jubilación. Esta hipocresía propia de clase media archipropietaria y esquizofrénica (mártir socialista de casa para afuera, impunemente gorila puertas adentro) se reveló el lunes 13 de febrero en el programa Grandiosas.
Habían invitado al presidente de la Asociación de Inquilinos. El hombre pedía que el Congreso creara un ente regulador del inquilinato en el cual los inquilinos tuvieran injerencia al momento de establecer un contrato de alquiler. Esto lo propuso en vista de la ya conocida suba de precios de locaciones que superan el doscientos por ciento. También pedía algún tipo de defensa ante los abusos por parte de propietarios quienes no hacen las reparaciones necesarias para habitar una vivienda o realizan contratos usurarios con cláusulas de renegociación cada seis meses. Laura Oliva asentía negativamente ante cada comentario y en un momento estalló: “no todos los propietarios son iguales”. El presidente le dijo, con justa indignación: “se nota que nunca tuviste que salir a alquilar”. Oliva se indignó y comentó (de manera muy incongruente) que su madre era una propietaria que, con buena voluntad, alquilaba sus propiedades y muchas veces los inquilinos eran ingratos. Incluso le pareció muy bien que cada seis meses se renegocien los contratos. “Pero eso puede implicar que una familia, cada seis meses, tenga que buscar una nueva casa”. “Y, si no llegan a un acuerdo, me parece bien”, insistió Oliva. El presidente le comentó que eso del acuerdo particular era una ficción, porque el propietario siempre tiene la sartén por el mango: o acepta lo que le digo, o se busca otro lugar. Fanny, entonces dijo que los propietarios no quieren (no queremos) deshacerse de los buenos inquilinos, “Incluso, no tenemos problema en que por uno o dos meses no puedan pagarnos”. El presidente retrucó que, para la mayoría de los propietarios y, sobre todo, para las inmobiliarias, un buen inquilino es el que paga lo que le piden y se retira a los dos años, porque una inmobiliaria cobra una comisión por cada nuevo inquilino. Ante estos datos, ellas insistieron en que lo único que hace la sociedad de inquilinos es demonizar a los propietarios. Las últimas palabras (cómo no) las dijo el Angelito Oliva: “Busque, busque, que encontrará algún propietario de buena voluntad, como mi mamá”. Bien, Laura y Fanny: me queda muy claro; los inquilinos debemos someternos a la buena voluntad de los propietarios. Pero al propietario, sin embargo, no le basta con la buena voluntad del inquilino: hay que dejar depósitos, comisiones, garantías y meses de adelanto, y vivir por seis meses vigilando el índice inflacionario o los cambios de humor del propietario o de sus parientes cercanos. Si al propietario no le gusta la vida o el rostro de su posible locador, tendrá una vivienda desocupada. Si al inquilino no le gusta o no puede pagar, se queda literalmente en la calle. Ese es el concepto de una grandiosa justicia para dos grandiosas hipócritas quienes (vaya casualidad) parece que nunca han tenido que alquilar una vivienda en su vida.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

A confesión de partes relevo de pruebas.
Un abrazo.

Bandana dijo...

nunca entendí ese dicho

Anónimo dijo...

Oliva gorila \ la concha de tu tía!

Anónimo dijo...

Señorita Bandana (doy por sentado que Ud. es una señorita o al menos pretende serlo), ¿podría conseguirme la dirección de la mamá de Oliva? Justamente ando con ideas de alquilar en Capital y me gustaría hacer negocios con esa buena señora que trata tan bien a sus inquilinos.